viernes, 28 de octubre de 2011

La mordaza

http://corazonhada-madrina.blogspot.com/
Ansío.

Tiemblo.
Me araño por dentro.
Todo lo que callo, lo que guardo, lo que pierdo, lo que sangro…  voy derrochándome poco a poco, como un grifo roto que agoniza en su propio metal.
Es un rompecabezas incompleto y absurdo, repleto de tachones, que va dejando agujeros en mí, dejándome expuesta.
El viento arremete, a veces, con tan suave languidez que  duele como si se llevara mi vida con él. Tan ligero, tan breve, tan blanco…
Espero.
Me desbordo en grafías y fonemas que se enredan solos… no dicen nada.
Mis labios y mis dientes revolucionarios se fruncen, atrapando a mi verborrea en un silencio cansado… mis dedos se retuercen nerviosos en mis manos de uñas cortas. Mis pestañas fingen huir mientras mis ojos de animal disecado se quedan sin brillo.
Callo.
Mi urna es de hierro forjado, un colador oxidado y feo, vulgar y frío. Azul. Parece un desierto, pero está repleto de mí. De mis días buenos, de mis días malos, de mis días grises, de los que dejo escapar, de los que guardo, los que bordo, los que coso, de las cosas que creo, de los monstruos que dibujo… es un jardín frondoso que tengo que callar. Cuando lo escondo lo mato, porque yo soy un universo gritón…
Por más que empiece de nuevo, con mimo, a darle aliento, lo que dejo caer no vuelve igual…
Muero.
Pasan los segundos, abro los ojos, aquí estoy. Detrás de la cortina de hierro aún puedo ver esta habitación, el agua que me rodea tan húmeda y fría no es más que aire de gota fría unido a la luz de un flexo despiadado. Hoy no hay rastro de ti.
Ofelia se mira al espejo.  

jueves, 20 de octubre de 2011

¿Y si aún me siento a esperarte?

El olvido está hecho de la misma esencia del recuerdo,
tiene sus mismas caras, sus olores, sus jirones…
Es una cuerda de la que se estira de ambos lados,
pero en la que alguien deja de asir y,
al otro extremo,
alguien cae.

En el vacío.
En el silencio.
En la nada.

Y tiene que guardar sus lágrimas,
ocultar los arañazos, los pedazos de expectativas,
los sueños, las voces, los días, las hojas y los cuadernos…
en una celda que huele a vino dulzón y caliente,
que no se bebe,
vinagre.

Es el vacío.
El silencio.
La nada.

Que te golpea con furia cuando sigues apretando tu lado de la cuerda,
henchida, desgatada, húmeda,
que se deshace en las manos…

What the water gave me