viernes, 25 de febrero de 2011

Peso

Los cordones de las botas se han convertido en pesadas sogas que, 
se enganchan y enredan allí por donde piso. 
 Hay tantos nudos que apenas me puedo mover ya.
Voy a tropezar, yo sola, y me daré de bruces contra el suelo.
Patalearé, como siempre, 
despotricando contra la conjura universal que me hace tambalearme.
Y luego, después de convertirme en cenizas, me levantaré… 
soñando con que calmes mis neuronas acariciándome el pelo.
¿Será que soy muy torpe y por eso siempre me caigo?

martes, 22 de febrero de 2011

Recuerdo la fragilidad de tus manos.


No eran de gigante, o tal vez sí, no me he cruzado con muchos.
Las miré y remiré, mientras hablábamos, mientras andabas, mientras bebías… no sabía cómo definirlas: ¿sensibles? ¿suaves?
De pronto, como suele ocurrir todo, volvieron a mi mente. –Demasiado tiempo después-.
Frágiles. De una delicadeza indescriptible.
Pensarás que estoy loca. No me importa, yo lo he visto.

Un día de estos compraré embalaje de burbujas, tal vez tengas tiempo para explotarlo conmigo, como dos idiotas. Yo creo que será divertido.

De dragones, trasgos y pantanos...

Mi monstruo respira acompasado y tranquilo en mi regazo.  Con las zarpas clavadas en mi vientre, se alimenta de mí, despreocupado, inocente.
Yo tiemblo, de forma imperceptible, pero lo hago. No me puedo separar de él.
Cada trago de vida que se lleva consigo, me devuelve un hilo de veneno, que se entreteje por dentro, criando, vaciándome… embalsamando.

Mis ojos, tienen pupilas de muñeco disecado: oscuras y muertas.
¿Es toda esta literatura que me acompaña o es la locura?

El tiempo pasa, él crece, yo menguo.
 Me encorvo, de forma imperceptible, pero lo hago. Me vuelvo gris.

Lo más raro, puedo imaginarme rodeada de luciérnagas, como si fueran cascabeles mágicos en una noche extrañamente azul, pero serena.
Cuanto más trato de pisar sobre la tierra, más salvaje se vuelve la fantasía contra mí. Ojalá escribiera cuentos, tal vez así podría respirar y no simplemente sobrevivir a intervalos entre las olas furiosas.

miércoles, 9 de febrero de 2011

Dónde te escondes para que el tiempo no te encuentre


Los saltos del hombre invisible crean huellas imposibles, y no hay forma de seguirle cuando el barro de este pantano me cubre las rodillas; a penas siento ya los dedos de los pies en este frío.
Pero persisto. Aunque sólo sea una sombra, que quiere tocar el sol. Un poco de calor no me vendrá mal. No importa si me quemo. Ícaro. Tu luz me nutre.

Pero a un ritmo enloquecido me desnutro, devorándome para quedarme en un pellejo gris y huesos afilados. Ceniza.
Todo a mí alrededor es húmedo y helado. O tal vez no. Pero los colores no importan, si no hay luz para crearlos, si no está tu voz en mi oído… y aún así es insuficiente. Demasiada sed. Y hambre.

Te escondes, dando giros y brincos, como un gigante saltamontes mágico, dejando la estela helada de un cometa, para que vea tu paso, atraída por tu gravedad.

Te orbito, en una elipse imposible, llena de rizos, como un collar de macarrones: fea, inútil, no tengo función.

En esas piruetas que haces escondiéndote para que el tiempo no te encuentre, me dejas en este planeta fangoso, sin urna de cristal; con mi miedo a quedarme helada mientras me golpean los vientos. Me mareo.

Pídemelo y te tejeré una guarida de piratas, sin techo, ni límite, dónde entre todo el aire del mundo, con recovecos para que guardes todos tus cofres. Repleto de paredes que puedas mover y romper a placer, o colgar todas esas imágenes donde guardas almas instantáneas… una cueva donde puedas gritar para conversar con tu eco, y puedas regresar en los momentos difíciles, o cuando la nada te invada… el lugar donde puedas ser Prometeo en su castigo eterno, siempre y cuando me dejes ponerme entre tú y el águila.

Prometo que habrá un laberinto, donde me esconderé, perdida, buscándote, de forma que tu guarida sea sólo tuya y, puedas huir de mí.

Yo no grito.

Sólo dame tu luz intermitente, para mantenerme con vida y poder seguir cosiendo tu refugio, las estrellas, la tierra, las noches, los días… a tí no te puedo inventar.

viernes, 4 de febrero de 2011

un pensamiento

Es absurdo, pero odio a todas esas piernas que te han tenido.
Calipso con múltiples caras.

Vagas, errante, en océanos con acantilados escarpados.

Delirio. Me reivindico única.
¡Cómo si quisieras quedarte en algún puerto!

La fábrica

En el letargo de mi adicción a las amapolas, la fábrica vieja ha caido. Y ni he dicho ni he pensado nada.

Aquel muelle, ahora la fábrica.  Todo se lo lleva el tiempo.


Yo, acumulo recuerdos.

#

-          ¡Detente! ¡No corras!
Apenas salía mi voz, mientras me asfixiaba corriendo, intentando frenar la estampida. Pero era tarde, lo sabíamos los dos. 
Con su carrera enloquecida había despertado a todos los paraguas que, como misiles nos atacaban por todos los flancos.

Un último recuerdo. Su voz diciéndome, como en un sueño, "tenías razón, debí haberte esperado" .


jueves, 3 de febrero de 2011

Pensando en la utilidad de este blog


Algo está claro, doy rienda suelta a mi soliloquio desquiciado.
Sigo escribiéndote a ti,
 desdoblada o no.
-a ti-. En esta
voltereta extraña,
invento de mi locura,
desorden mental.

No es una declaración de intenciones, es sólo que no me basto.
Es demasiado grande el hueco que me dejas, en tu distancia.


Aquí, me libero del ego de Prometeo, simplemente dejo esos universos que se me quedan enganchados en la garganta, por no poder decir(te)los.

Prometeo


No sé porqué nunca he firmado como Prometeo. El nombre del blog pretendía ser una especie de pseudónimo, pero surgió la cerillera… que en realidad es más como yo, más Epimetea…

Ahora estoy aquí, en este desdoblamiento del blog, dándole más vida a la cerillera, creo. No estoy muy segura sobre qué va a salir de aquí

En otra vida

Cosas que escribí hace siglos...

Archivador de KulturArt. ¡Menudos tiempos!
  • El Fiero ¡qué murió en geocities!

El cuadrado de la Cerillera

Frío. Invierno raro y frío.

La Cerillera se desdobla, tratando de darse calor.

No estoy muy segura si sigo dragones, coso bombillas o, doy de comer a mi sombra.

Lo cierto es que tenía la garganta seca y, aquí estoy. Duplicándome. Exhibiéndome.