Habla la rabia.
No soy una masa informe de barro en tus manos.
Ni la muñeca, de sonrisa congelada, con la que bailas y tiras del pelo.
No soy un trofeo.
Habla el orgullo.
Yo te hice un traje brillante.
Yo he tejido, día a día, las letras que te envuelven,
tapando los agujeros que has ido sembrado de silencios.
Yo te he hecho único.
¿Cuánto crees que aguantaré?
El vacío no tiene aire. ¡Me asfixio!
es un bajón idealizar a la persona con la que estás, me gustó más a mi, un beso
ResponderEliminarGracias por la visita. Buen blog el tuyo, que sigo.
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