martes, 17 de abril de 2012

No soporto este vacío


No se esperar, aquí tan muerta como estoy, con las arrugas en la comisura de la boca.
Arrastro los pies, no trato de entender… ¿para qué?

La peonza da vueltas luchando contra lo irremediable: caer.
Odio el látigo que nos obliga a bailar arrítmicamente, como títeres acartonados e insulsos.

No tengo voz, se la han llevado.

Me sumerjo en mis letras,  en esta danza descompasada que empezó sin mí antes de que yo llegara… ¡qué embriagador! 
La cadencia que tienen los días me mecen o me empujan, a golpes.
No sé de nada. No trato de entender… ¿para qué?

Se llevaron mi voz, pero no lo que queda tras mis párpados.
Mi desnudez trivial y común.

No puedo esperar, atacando con todas mis fuerzas a la ley de la lógica y la inercia,
Llenando vasos en los que ahogarme, trepando a cucharadas de aire, intentando respirar.

Las noches pesan, con las mismas sombras una y otra vez. Los movimientos se vuelven metódicos. Ceremonias vacías.

¿Qué puedo hacer si estoy llena de ideas? ¿Cómo sobrevivo?

Grita. Grita. Grítame. Grita mi nombre.
Golpéate contra mí. Atácame. Muérdeme. No me dejes con vida.

¿Qué puedo hacer si cierro los ojos y acaricio la bella imposibilidad?

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