El hambre que siento me vacía por dentro,
dejándome hueca, muerta.
No sé si al final, al dejar caer todo,
la balanza me asestará un golpe de gracia,
brillando y burlándose de mí.
Y mientras, aquí seguimos, mis miles de yo,
encogidas pese al húmedo calor…
Hay tantas cosas que no deberían importar,
y sin embargo están aquí,
lanzándose camicaces una y otra vez,
embistiéndome sin compasión.
Tantos golpes de aire.
Tanta lluvia en días de sol.
Tanto que decir perdiéndose en el silencio.
Y mi piel.
Ya queda poco de mí, de mi inmensa yo,
de los pájaros de mi cabeza,
de mis palabras...
Dime… ¿para qué seguir cosiendo?
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