Gota a gota, se filtra la sal.
Demasiadas lágrimas.
Por más que empuje,
la herrumbre avanza.
Pongo mis manos, pequeñas,
como un paraguas…
Hay más manos, y gritos, y truenos.
Quiero estirar mis brazos,
como una ola imparable,
estampida silenciosa.
Me contengo.
Siempre.
Quieta.
Muerta.
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