miércoles, 9 de febrero de 2011

Dónde te escondes para que el tiempo no te encuentre


Los saltos del hombre invisible crean huellas imposibles, y no hay forma de seguirle cuando el barro de este pantano me cubre las rodillas; a penas siento ya los dedos de los pies en este frío.
Pero persisto. Aunque sólo sea una sombra, que quiere tocar el sol. Un poco de calor no me vendrá mal. No importa si me quemo. Ícaro. Tu luz me nutre.

Pero a un ritmo enloquecido me desnutro, devorándome para quedarme en un pellejo gris y huesos afilados. Ceniza.
Todo a mí alrededor es húmedo y helado. O tal vez no. Pero los colores no importan, si no hay luz para crearlos, si no está tu voz en mi oído… y aún así es insuficiente. Demasiada sed. Y hambre.

Te escondes, dando giros y brincos, como un gigante saltamontes mágico, dejando la estela helada de un cometa, para que vea tu paso, atraída por tu gravedad.

Te orbito, en una elipse imposible, llena de rizos, como un collar de macarrones: fea, inútil, no tengo función.

En esas piruetas que haces escondiéndote para que el tiempo no te encuentre, me dejas en este planeta fangoso, sin urna de cristal; con mi miedo a quedarme helada mientras me golpean los vientos. Me mareo.

Pídemelo y te tejeré una guarida de piratas, sin techo, ni límite, dónde entre todo el aire del mundo, con recovecos para que guardes todos tus cofres. Repleto de paredes que puedas mover y romper a placer, o colgar todas esas imágenes donde guardas almas instantáneas… una cueva donde puedas gritar para conversar con tu eco, y puedas regresar en los momentos difíciles, o cuando la nada te invada… el lugar donde puedas ser Prometeo en su castigo eterno, siempre y cuando me dejes ponerme entre tú y el águila.

Prometo que habrá un laberinto, donde me esconderé, perdida, buscándote, de forma que tu guarida sea sólo tuya y, puedas huir de mí.

Yo no grito.

Sólo dame tu luz intermitente, para mantenerme con vida y poder seguir cosiendo tu refugio, las estrellas, la tierra, las noches, los días… a tí no te puedo inventar.

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