viernes, 4 de febrero de 2011

#

-          ¡Detente! ¡No corras!
Apenas salía mi voz, mientras me asfixiaba corriendo, intentando frenar la estampida. Pero era tarde, lo sabíamos los dos. 
Con su carrera enloquecida había despertado a todos los paraguas que, como misiles nos atacaban por todos los flancos.

Un último recuerdo. Su voz diciéndome, como en un sueño, "tenías razón, debí haberte esperado" .


No hay comentarios:

Publicar un comentario